"Cuando vi al sacerdote de mi pueblo entrar a mi celda pensé que iba a morir": la lucha por extraditar a un cura italiano acusado de tortura en Argentina
"Cuando vi entrar a Franco Reverberi, el cura de mi pueblo, fue el momento cuando pensé que iba a morir", recuerda Mario Bracamonte.
El hecho de que un clérigo lo visitara en su celda de prisión en San Rafael no era ningún consuelo.
"Yo estaba tirado en el suelo empapado de sangre después de una noche de tortura. Él entró vestido con su uniforme militar y me miró impasible. No lo podía creer".
Mario Bracamonte fue uno de los miles de argentinos que fueron secuestrados por los militares tras el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.
La junta militar encabezada por Jorge Videla que tomó el poder persiguió a cualquiera que se opusiera al gobierno de facto y grupos de derechos humanos estiman que 30.000 personas fueron asesinadas antes de la transición a la democracia, en 1983.
Mario, quien entonces tenía 28 años, había terminado en el punto de mira de los militares por su activismo de izquierda.
Como miles de personas antes y después de él, fue llevado a un centro de detención clandestino donde quienes eran percibidos como opositores al régimen eran torturados, lejos de miradas indiscretas.
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El edificio donde estuvieron recluidos Mario Bracamonte y su esposa sigue en pie.
Muchos murieron, algunos en "vuelos de la muerte", durante los cuales las víctimas eran drogadas y arrojadas al mar desde helicópteros y aviones mientras aún estaban vivas.
Mario sobrevivió. Tras ser trasladado a otros centros clandestinos de detención en Mendoza y La Plata, finalmente fue liberado el 4 de marzo de 1977, casi un año después de su detención.
Su esposa Tití, quien había estado recluida en el mismo centro de detención de La Departamental en San Rafael, también sobrevivió.
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La joven pareja fue detenida y recluida en el mismo centro de detención en San Rafael.
Han estado casados desde antes de ser detenidos, pero no hablaron de su tiempo en cautiverio, ni en público ni entre sí, hasta 2010.
Ese año, Franco Reverberi fue citado a comparecer como testigo en un juicio contra militares acusados de crímenes cometidos durante la dictadura.
En el marco de ese juicio, cuatro exdetenidos, entre ellos Mario Bracamonte, declararon que el padre Franco Reverberi, de nacionalidad italiana, había frecuentado habitualmente el centro clandestino de detención.
Dijeron que en lugar de ayudar a los prisioneros, él veía cómo los torturaban, a veces sosteniendo una Biblia mientras les decía que era la voluntad de Dios que proporcionaran a sus torturadores la información que buscaban.
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Las celdas oscuras de La Departamental, donde torturaban a los detenidos ilegalmente.
Tras el testimonio de los cuatro exdetenidos, Franco Reverberi, quien ha negado haber actuado mal, fue acusado en octubre de 2010.
No fue el primer miembro del clero católico acusado de colaborar activamente con la junta militar argentina.
En 2007, Christian von Wernich, un sacerdote católico que trabajaba como capellán de la policía en la provincia de Buenos Aires, fue declarado culpable de complicidad en siete asesinatos y decenas de secuestros y casos de tortura.
Fue condenado a cadena perpetua.
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Christian von Wernich fue condenado a cadena perpetua.
Sin embargo, Franco Reverberi nunca compareció ante el tribunal. El sacerdote italiano tomó un vuelo a su país de origen en mayo de 2011.
Así que cuando fue citado en junio de ese año para dar su versión de los hechos ante un tribunal, estaba fuera del alcance del poder judicial argentino.
Se instaló en Sorbolo, un pequeño pueblo del norte de Italia de donde había emigrado la familia del sacerdote cuando él sólo tenía 11 años.
Allí celebra misa con regularidad y muchos de los 10.000 habitantes de la ciudad prefieren no hablar de las acusaciones que se han formulado contra el sacerdote.
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Franco Reverberi, visto aquí en un retrato que cuelga en una de las iglesias de San Rafael donde solía trabajar, ahora vive en Italia.
Ilaria, una actriz originaria de Sorbolo, dice que se enteró de las acusaciones recién en 2021 mientras escuchaba un programa de radio.
"Para mí fue un shock y pensé que nadie lo sabía. Cuando comencé a preguntar y me di cuenta de que casi todos lo sabían, me sentí aún peor: ya no reconocía a mi propio pueblo", dice la mujer de 49 años.
La exprofesora Lorenza Ramazzotti afirma que algunos se han solidarizado con el sacerdote.
"La comunidad está dividida", explica la mujer de 69 años, añadiendo que ella misma está convencida de que "si alguien es inocente, como afirma Reverberi, esa persona no huye".
"Y si realmente cometió crímenes tan atroces como los que se le acusan, me pregunto cómo puede seguir siendo sacerdote con ese peso sobre su conciencia", añade.
El estudiante Manuel Furlán, de 25 años, dice que se sintió "profundamente avergonzado" cuando supo que "un acusado de esos crímenes, y además sacerdote, era originario de mi pueblo y vive en él".
Furlan quiere que Franco Reverberi sea extraditado a Argentina para que pueda enfrentar un juicio "y ser declarado culpable o inocente".
Argentina solicitó durante mucho tiempo que el sacerdote sea enviado nuevamente para ser juzgado.
Pero el hombre que ahora tiene 85 años, y que siempre ha mantenido su inocencia, luchó con éxito contra un intento de devolverlo allí.
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Interpol emitió un aviso de búsqueda de Franco Reverberi en 2011.
El religioso siempre ha negado que haya huido a Italia para escapar de la justicia, asegurando que fue a su país de origen de visita y que no ha podido regresar a Argentina debido a su mal estado de salud.
En 2021, el abogado argentino Richard Ermili presentó una segunda solicitud de extradición.
Ermili dice que las pruebas que sitúan al sacerdote dentro del centro de detención son "sólidas".
El pedido de extradición de 2021 también acusa a Franco Reverberi de estar involucrado en el asesinato de José Guillermo Berón, un ciudadano argentino de 20 años desaparecido en 1976.
A principios de agosto, el ministro de Justicia italiano aprobó esta segunda solicitud de extradición después de que fuera aprobada por el tribunal más alto de Italia.
Pero el abogado de Reverberi ya había presentado un recurso de apelación, por lo que el proceso sigue estancado a la espera del resultado del recurso.
La BBC se puso en contacto con el abogado de Reverberi para pedirle comentarios, pero aún no ha recibido respuesta.
Mario Bracamonte no ve la hora de que el sacerdote sea extraditado.
"Tengo casi 80 años, quiero poder mirarlo a los ojos y preguntarle dónde están los cuerpos de los otros activistas desaparecidos", afirma.
Es un sentimiento del que se hace eco Laura Berón.
La sobrina del activista desaparecido José Guillermo Berón dice que espera que "por fin se haga justicia, aunque él nunca pague realmente por el enorme daño que ha causado ya que ha vivido casi toda su vida con total impunidad".
FUENTE DE LA IMAGEN,BBC
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