Las exigencias del FMI que ponen en peligro la aprobación del acuerdo en el Congreso
En las últimas horas se percibe en el mundo político y especialmente en el Frente de Todos un aumento de la preocupación ante los trascendidos sobre la letra chica del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. A medida que comenzaron las filtraciones los principales dirigentes políticos se empiezan a convencer que el ajuste puede ser más fuerte de lo que se planteaba inicialmente desde la Casa Rosada.
Si bien en el entorno de Cristina Fernández de Kirchner y su hijo reina el hermetismo absoluto, todo parece indicar que el escepticismo es cada vez mayor debido a que les parece “indigerible” estar sometidos al control de las autoridades del Fondo que condicionarán los desembolsos al cumplimiento de las metas. “Al parecer la letra chica incluye una serie de condicionamientos sobre la política económica, que en caso de no cumplirse podrían devenir en una suspensión de los desembolsos -y, por ende, en la necesidad de buscar otras fuentes para pagar los vencimientos”, dicen desde el sector más disconforme del kirchnerismo.
El costo que va a pagar el oficialismo por las medidas que haya que tomar puede ser la mejor herramienta para garantizar el regreso de Juntos por el Cambio a la Casa Rosada. “No hay tiempo suficiente para cumplir con las metas de ajuste y luego poner en marcha la economía real y el consumo popular, con lo cual vamos directo a una derrota en las presidenciales”, comenta un legislador del FDT.
Al parecer no se exigen reformas institucionales, de carácter previsional, laboral o financiero, como solía plantear el Fondo Monetario. En Washington son conscientes de la escasa voluntad de la dirigencia política a impulsar cambios de ese tipo. “Un condicionamiento más light que lo que podría ser no implica que sea efectivamente leve”, sostienen sus detractores dentro de la coalición oficialista. También preocupa el contexto internacional por el conflicto entre Rusia y Estados Unidos por Ucrania. “Ante un escenario externo incierto, en el que pueden sobrevenir nuevos shocks de cualquier tipo, el acuerdo que se va a firmar reduce sustancialmente la posibilidad de intervenir”, plantean desde el Instituto Patria.
“Si esta información se confirma el debate en el recinto se va a poner áspero y puede complicar el número para una aprobación que hace unos días parecía garantizada”, sostiene una fuente parlamentaria. Hasta ahora la mayor certidumbre la daba la voluntad de JxC de ayudar a probar el acuerdo por “responsabilidad institucional”. Pero las versiones de creación de impuestos extraordinarios avalados por el FMI empiezan a meter ruido en la interna del mayor espacio opositor por la promesa electoral del año pasado de no avalar más presión tributaria.
En el PRO hay posturas diferenciadas. El diputado Luciano Laspina se muestra como el más opositor al acuerdo. Considera que el pacto con el organismo crediticio será "una trampa para el próximo gobierno". También alertó que el acuerdo es un puente a 2023 con cierto orden fiscal y monetario, pero que posterga los problemas por dos años más.
Entonces, Laspina asegura que frente a un eventual triunfo de JxC, las reformas estructurales les serían exigidas por el FMI desde el primer día en que asumiera el nuevo presidente. Y encima esa administración recibiría un déficit fiscal de no menos del 3,4% del PIB y necesidades de financiamiento de la deuda en dólares para 2024. “En síntesis, en el frente fiscal y de financiamiento el acuerdo barre los problemas debajo de la alfombra”, describió a través de su cuenta de Twitter.
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