“Mirá como me ponés” y “sos mi dueña”: las frases de Alperovich y las pruebas para procesarlo por abuso sexual
Chats de WhatsApp, mensajes por Instagram, más de 60 testigos, informes de psicólogos y psiquiatras, y pericias sobre los teléfonos, son algunas de las pruebas que tuvo en cuenta la Justicia a la hora de procesar al ex senador José Alperovich por el abuso sexual de una joven que trabajó como su asistente personal. En total se documentaron nueve hechos de abuso: dos en un departamento de Puerto Madero y siete en la provincia de Tucumán.
En un fallo de más de 400 páginas, al que tuvo acceso Infobae, el juez de instrucción Osvaldo Rappa determinó que la denunciante, hija de un primo de Alperovich, “estaba inmersa en un contexto de abuso sexual, intrafamiliar y de acoso laboral por razones de genero por parte del imputado, quien valiéndose de la posición de poder que ostentaba, violentó la integridad sexual de la denunciante en al menos nueve oportunidades, causándole un detrimento físico y psíquico”.
Los dos primeros hechos ocurrieron en diciembre de 2017, en un departamento de Puerto Madero. La joven había empezado a trabajar con el ex gobernador de Tucumán apenas unos días antes.
El 14 de diciembre de ese año, Alperovich la invitó a subirse a un avión privado. Recién en Buenos Aires, la joven se enteró que iba a pasar la noche en el departamento de Alperovich, en el edificio Zencity, en Rosario Vera Peñaloza 599. Aunque el ex gobernador tenía dos departamentos con entradas independientes, decidió que la joven duerma con él y mandó a otro asesor al segundo departamento.
Según la denuncia, luego de cenar, Alperovich comenzó a manosearla y a besarla. La joven logró soltarse y se encerró en un dormitorio. Al día siguiente, el entonces senador actuó como si no hubiera pasado nada y hasta la mandó a comprarse un vestido a un shopping.
Apenas doce días después, el 27 de diciembre, la escena se repitió en el mismo lugar, aunque en ese caso la joven viajó a Buenos Aires en un vuelo de línea. Cuando estaba abusando de ella, siempre según la denuncia, Alperovich se ufanaba de ser “un violinista famoso André Rieu” por su “habilidad para mover sus dedos”.
A partir de ese momento, los abusos siempre ocurrieron en la provincia de Tucumán, en una casa alquilada y en los autos que utilizaba Alperovich para sus traslados de campaña.
La joven trabajaba desde 2011 en el Ministerio de Gobierno y Justicia de Tucumán. En noviembre de 2017, Alperovich la invitó a sumarse a su equipo. M.F.L. tomó la decisión luego de una charla con su familia.
El tercer hecho de abuso documentado tuvo lugar el 9 de febrero de 2018, arriba de un auto, cuando volvían de un acto en la localidad San Pedro de Colalao.
Al día siguiente, la escena se repitió a bordo del mismo vehículo. “Sos muy rígida, tenes que entregarte y aprender a disfrutar”, habría insistido Alperovich ante la negativa de la joven a ser manoseada.
Al momento de valorar los hechos, la Justicia tuvo en cuenta decenas de chats de WhatsApp incorporados a la causa entre la denunciante y sus compañeros de trabajo. Pero también las conversaciones con Alperovich. “Mi vida podrías ser un poquito más cariñosa, por ejemplo buen día, como amaneciste, aunque no lo sientas”, “sos mi dueña”, “te amo mucho”, y “te voy a proteger siempre”, son algunos de los mensajes que figuran en el expediente.
Los chats de Whatsapp entre la denunciante y Alperovich.
“El imputado le expresaba frases que excedían el trato laboral correcto (…) y se aprecia y corresponde resaltar también, la cuestión que la denunciante no contestaba nada a dichas expresiones que, a mi entender, resultan inapropiadas en un vínculo profesional”, sostuvo el magistrado.
Los hechos denominados “6″ y “7″ tuvieron lugar en una causa ubicada en la localidad de Yerba Buena, donde se desarrollaban las actividades de la campaña. “Mientras se encontraban sentados en un sillón, el encartado se le acerca, se quita su pantalón y prenda interior, mientras le expresaba “mira como me pones”. A su vez, le desprende la ropa a la denunciante y la obliga a que le toque su miembro. Luego, la lleva a la fuerza al cuarto y le realiza sexo oral a la denunciante, mientras ella intentaba sacárselo de encima suyo diciéndole que no lo hiciese, que se detuviere, que no quería”, consta en el expediente sobre el hecho ocurrido el 9 de marzo de 2018.
La resolución abunda en detalles íntimos sobre los abusos sexuales.
Los últimos dos casos ocurrieron en otra casa alquilada, en la zona del Corte, también en la localidad de Yerba Buena. El último fue el más violento: la joven declaró que terminó manchando las sábanas con sangre.
A partir de ese momento, hubo varios intentos de abuso y reiterados maltratos verbales, incluso delante de los choferes y custodios. La joven aguantó la tortura hasta mayo de 2019. Una mañana fue hasta la casa de Alperovich y le anunció que renunciaba. El ex gobernador reaccionó con distancia: “Yo nunca te hice nada que no hayas querido”.
Dos días después, la joven se desahogó ante su familia.
Según la denuncia judicial, apenas se enteró de la renuncia, Alperovich se comunicó con el tío de la joven y le habría preguntado “¿cuánto vale esto?” en alusión a un posible acuerdo económico. También habría intervenido, sin éxito, una hija del ex gobernador y hasta su yerno, quienes intentaron comunicarse con el padre de M.F.L.
La denuncia se presentó a fines de 2019. Al comienzo tramitó en el fuero criminal y correccional de la Ciudad de Buenos Aires y en la Justicia tucumana. Pero la Corte Suprema resolvió el año pasado que todos los hechos debían investigarse en el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N°35 de la Ciudad de Buenos Aires, de acuerdo con un dictamen del procurador general interino, Eduardo Casal.
En el procesamiento, el juez destaca que abordó el caso “con perspectiva de género” y enumera cada una de las pruebas acumuladas en el voluminoso expediente. Se destacan chats, imágenes y audios aportados por la joven. También aparecen más de 60 testigos, un informe psicológico realizado por una experta de Cuerpo Médico Forense, un informe psicológico de la perito de parte, un informe del Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema, y hasta un informe psiquiátrico realizado al propio Alperovich.
Las conversaciones entre la víctima y uno de los testigos.
Pese a la gravedad de la denuncia, Alperovich nunca fue expulsado de la Cámara de Senadores y recién fue indagado el mes pasado, cuando ya había terminado su mandato.
En su indagatoria, el ex gobernador de Tucumán negó todas las acusaciones y esbozó la teoría de una “causa armada” por motivos políticos. Además acusó de la joven de “ocultar prueba” porque “reseteó dos veces el celular”.
Pero la Justicia no le creyó. “La materialidad de los hechos se encuentra acreditada por un cuadro probatorio suficiente que permite a esta altura del proceso, tener por probados los episodios denunciados y relatados por la víctima, quien aportó las circunstancias de tiempo, modo y lugar en las que se desarrollaron todos los hechos objeto de investigación”, sostuvo el juez Rappa.
El magistrado también derrumbó la teoría de una supuesta extorsión planteada por Alperovich: “Llama la atención lo postulado por la defensa, de que León concurrió durante tantos meses a consultas con terapeutas con el único fin de obtener un informe con fines extorsionadores, resulta descabellado y contradictorio con las probanzas reunidas, surgiendo claramente de lo analizado, que la nombrada acudió a las sesiones con las especialistas (en la materia que fuese) para reforzar su autoestima y personalidad, para poder poner en palabras los abusos sufridos por el imputado, y lograr obtener herramientas que la ayuden a finalmente irse del espacio de trabajo en el que era gravemente violentada, no habiendo ningún elemento que compruebe lo expuesto por la defensa”.
Rappa procesó a Alperovich por tres casos de abuso sexual y seis de abuso sexual agravado, un delito que tiene una pena máxima de hasta 15 años de cárcel. Por ahora la libertad del ex senador no corre riesgo. El juez lo procesó sin prisión preventiva y ordenó un embargo de $2.501.500 sobre sus bienes.
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