Córdoba, de amarilla a violeta
Juan Schiaretti, el gobernador que consiguió algo más del 4 por de los votos en el país y que por lo tanto sobrepasó con comodidad el piso del 1,5 por ciento, no consiguió alcanzar el objetivo, que él mismo expresó públicamente, de ser el más votado en su provincia. Obtuvo 570 mil votos en Córdoba, el 66 por ciento de los que consiguió en todo el país.
Schiaretti no se alzó con el triunfo en Córdoba y eso lo debilita pero, a la vez, observando el panorama de tres tercios en que quedó dividido el escenario electoral, sus 860 mil votos pueden ser claves para la configuración del escenario que viene por delante. Es un número que puede ser decisivo. Y el gobernador ya había deslizado que, entre las opciones, una podría ser cerrar un acuerdo con Patricia Bullrich, la dirigente que anoche se transformó en la candidata presidencial de Juntos por el Cambio.
Los votos de Schiaretti podrían ser particularmente valiosos paraJuntos por el Cambio, si se tienen en cuenta dos aspectos: que esa fuerza opositora necesita sumar en el país porque existe un escenario de tres tercios casi exactos pero, sobre todo, porque debe reforzarse en Córdoba, una provincia que fue su principal bastión y en la que anoche evidenció un deterioro profundo.
La debacle de esa fuerza política en la provincia es notoria. Llegó a ser la depositaria de 7 de cada diez votos con Mauricio Macri, se alzó con el 56% en las legislativas de 2021, pero por mérito casi exclusivamente propio desde entonces no hizo más que desgranarse como opción electoral. Terminó perdiendo las dos elecciones provinciales más relevantes -a gobernador y a intendente de Córdoba- a pesar de que en algún momento parecieron sólo un trámite.
Y si se hace una comparación entre las Paso de 2019 y las de ayer se observa una reducción de su potencia electoral en casi un 50 por ciento. Hace cuatro años, con un Macri sumido en una crisis económica que fue el preludio de su derrota, el entonces presidente consiguió el 48,18 por ciento en Córdoba: 998.318 votos.
Ayer, si se suma a Patricia Bullrich y a Horacio Rodríguez Larreta, Juntos por el Cambio alcanzó apenas el 25,12 por ciento y quedó como tercera fuerza.
La antigua hegemonía amarilla parece haberse esfumado. El millón de votos que orilló Macri en las Paso anteriores se convirtieron en apenas 511 mil.
Lo llamativo del deterioro es que ocurrió en un período en que Juntos por el Cambio ocupó la posición más cómoda para un candidato:la oposición.Es decir, la erosión de su caudal electoral no fue producto de una acción de gobierno, del costo político de una gestión, sino de sus propias torpezas e inconsistencias a la hora de convertirse en una alternativa al oficialismo.
Ahora es una incógnita, por supuesto, cómo se comportará el votante cordobés de cara a la primera vuelta. ¿Conservará Schiaretti su porcentaje de votos? ¿O empezará a evidenciarse un principio de reacomodamiento hacia las opciones que estarán compitiendo por el poder?La contención de sus votantes será el desafío más decisivo para el gobernador porque, además, de esa capacidad dependerá la fuerza legislativa que termine construyendo a nivel nacional.
En Córdoba, no sólo Cambiemos se jibarizó en cuatro años;también le ocurrió un fenómeno similar, aunque incluso más intenso, a Unión por la Patria. En 2019, cuando AlbertoFernández era precandidato y nadie podía aventurar en qué se iba a convertir, se alzó con el 30,40 por ciento de los votos en la provincia.
Anoche, entre Sergio Massa y Juan Grabois obtuvieron el 8,64 por ciento. Los 629 mil votos del Frente de Todos se redujeron a los 176 mil de Unión por la Patria.
Las tres fuerzas que expresan abiertamente el antikirchnerismo en Córdoba -La Libertad Avanza de Milei, el schiarettismo y Juntos por el Cambio- sumaron ahora el 84,31 por ciento de los votos.
El inconveniente para Cambiemos fue que ya dejó de monopolizar la imagen de antagonista del kirchnerismo. Hoy, en el país el escenario se dividió en tres tercios; uno de ellos es kirchnerista. En Córdoba también hay tres tercios pero todos son antikirchneristas. La capacidad de Juntos de totalizar la representación de ese sector se volatilizó. Es un problema de cara a la primera vuelta. Porque a nivel nacional logró solamente un punto de ventaja sobre Massa y porque necesita recuperar terreno en aquellos distritos donde fue fuerte:Córdoba, Mendoza y Santa Fe, sobre todo.
Tal vez la principal encerrona que enfrenta Juntos por el Cambio no sea sólo su sucesión de peleas internas y su imagen de fuerza en descomposición sino que el otro candidato que lo interpela, Javier Milei, ya no encarna solamente un antikirchnerismo a secas sino que, además, expresa otros contenidos, como, por ejemplo, el repudio a la política y a los políticos. En ese punto, cargado como está de dirigentes de extensa trayectoria y que representan al sistema de partidos, no tiene mucho por permear en quienes votaron a Milei y, por lo tanto, deberá salir a tratar de captar votos principalmente entre quienes ayer se decantaron por otras opciones.
Es esperable, entonces, que Bullrich busque disputar el mismo electorado que hoy tiene Schiaretti. El gobernador, por lo tanto, deberá encontrar la forma de alambrar lo que acaba de conseguir, aunque no le haya alcanzado para alzarse con el triunfo en su propio territorio.
¿Cómo estructurará su discurso Schiaretti para resistir? ¿Le alcanzará con seguir insistiendo con el concepto de que su candidatura representa al interior y de que es la única opción para batallarle aunque sea discursivamente al centralismo porteño?
En los 60 días que vienen por delante, el gobernador no sólo tendrá que definir su estrategia electoral y discursiva. También la territorial. Ayer, por ejemplo, no sólo perdió contra Milei en la ciudad de Río Cuarto sino, increíblemente, también en barrio Alberdi, histórico reducto del peronismo. Hubo una lealtad que un sector de ese electorado decidió suspender y que, seguro, el peronismo de Córdoba intentará recuperar.
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