La increíble historia Michele Mouton, la mujer que rompió las barreras y se convirtió en la mejor piloto de todos los tiempos
El francés Pierre Mouton fue prisionero durante la Segunda Guerra Mundial y al volver formó su familia en Grasse, y con su esposa se dedicaron a cultivar rosas en su gran propiedad. El 23 de junio de 1951 nació su hija Michele, a quien siempre educaron con plena libertad y la acompañaron en todos sus sueños, incluso cuando les dijo que quería correr en autos. Es la mujer que cambió la historia del automovilismo y se convirtió en la mejor piloto de todos los tiempos. Esta es su historia.
Manejó por primera vez a los 14 años. “Para mí, conducir un automóvil era sinónimo de libertad, independencia y movimiento. Me puse al volante por primera vez cuando tenía 14 años. Mi amigo tuvo que empujar porque yo no podía arrancar. Solo esperaba con ansias mi cumpleaños número 18 debido a mi licencia de conducir”, relató. Luego de terminar el colegio secundario se terminó de enamorar del automovilismo. “Comencé en 1972 como navegante en un Alpine A110. Pero yo quería manejar. Siempre me habían gustado los autos y apenas tuve la oportunidad la aproveché. Los estudios que seguí y terminé en aquella época estaban dirigidos para ayudar a los niños discapacitados, pero los autos me llevaban todo el tiempo. Mi padre… Bueno, mi padre es algo especial. No intentó en ningún momento hacerme cambiar de idea. Y, además, me dijo: ‘Bien, si tanto te gusta el automovilismo, yo te voy a financiar una temporada. Pero si al cabo de un año los resultados no aparecen, dejás esto para siempre’. Dicho y hecho. Compré un Alpine A110 y empecé”, dijo en una entrevista con CORSA.
Los resultados aparecieron. En 1973 corrió algunos rallies por los campeonatos francés y europeo, pero igualmente no dejaba de ser (para sus rivales masculinos), “una niña con gustos muy particulares”, como la definieron algunos. Pero ella se retroalimentó con esos prejuicios y supo romper con aquel paradigma.
En 1983 en el Rally de Gran Bretaña sobre el Audi Quatto (Mike Powell /Allsport)
Pasaron los años y se transformó, lenta, pero de forma consistente, en una hábil piloto. Al A110 lo siguió un A310 con el cual ganó su primer campeonato, el europeo de damas. Luego, hubo un Porsche 911 hasta que, con el apoyo de Francia, se encaramó sobre un verdadero “aparato”: un Fiat 131 Abarth. En el torneo europeo entre 1976 y 1979 logró dos triunfos (España 1977 y Tour de Francia 1978), cinco segundos puestos y cinco terceros. Ya había debutado en el Campeonato Mundial y sus mejores resultados fueron quintas posiciones, todas en Francia, en 1978, 1979 y 1980.
“Para mí, las carreras son como un compartimiento estanco de la vida. La inmensa mayoría de mis a amistades, por ejemplo, nada tienen que ver con ellas, salvo una rara excepción. Aunque, por supuesto, el solo hecho de correr en un medio tan competitivo y difícil, haya cambiado rasgos de mi personalidad. Quizá no sea tan espontánea algunas veces, pero se supone que algún precio hay que pagar ¿No?”, sostuvo.
“Una mujer, en mi caso, consigue los mismos contratos que puede tener un hombre, y bastantes favorables. Pero yo no corro por dinero, y el hecho de que sea piloto profesional no significa que no lo haría -si fuera necesario- de forma amateur. Corro porque me gusta, y mucho”, subrayó.
Ella y su navegante se burlan de Walter Röhrl, luego de ganarle el Rally de Acrópolis en 1982 (Archivo CORSA)
En aquella época admitió que su forma de correr no es como la de los hombres: “Pienso que lo hago de manera diferente. Creo que siempre corrí aplicando las características propias de la mujer: regularidad, reflexión, organización. Por lo que general hago ‘mi carrera’ sin preocuparme por los demás. Pero este no es solo un don femenino; más bien lo poseen los profesionales y quienes están seguros de sus posibilidades y medios”.
En 1981, Audi Motorsport vio sus condiciones y la contrató para ser compañera de equipo de Hannu Mikkola y correr con el emblemático Quattro, unos de los autos más revolucionarios de la época: 370 caballos de potencia, doble tracción, turbo e inyección electrónica, entre otras características. En su debut con la casa alemana en Montecarlo 1981 la rotura de un caño de nafta la dejó sin chances. Pero a partir de ese momento su objetivo fue correr de forma regular en el Mundial.
En Portugal las cosas mejoraron y su cuarto puesto anunció que la victoria estaba al caer. Luego, al ganar el tramo clasificatorio del Rally de Acrópolis, se transformó en la primera mujer que lideró la clasificación general de una fecha por el Mundial de Rally y logró el triunfo completo en el tradicional Rally de San Remo, en Italia, el 10 de octubre, navegada por la italiana Fabrizia Pons. El binomio femenino causó sensación. “A San Remo el equipo fue con los autos ‘mixtos’ en su suspensión. Los tramos de asfalto y de tierra hubieran requerido un tratamiento ‘especializado’, pero cambiarla completa demora tres horas y media, y era demasiado tiempo. Fue un rally duro y en un momento, antes de largar la última etapa, tuve una crisis de nervios después haber estado al límite o casi, toda la carrera, una pinza de frenos rota provocó también la rotura de un semieje, dejando casi en cero toda la ventaja que había acumulado. En ese momento quedé completamente desmoralizada, pero al día siguiente cuando tuve que atacar a fondo, lo hice y mantuve la diferencia”, recordó sobre su histórico triunfo en Italia, donde el Rally Mundial disputa su quinta fecha este fin de semana, pero en Cerdeña.
Michele fue súper profesional y logró cuatro triunfos y un subcampeonato en el Mundial de Rally (Archivo CORSA)
En 1982 llegó la consagración, ya que ganó otras tres carreras. El 8 de marzo se impuso en Portugal, cuyos 40 primes (tramos de velocidad) eran presenciados por 500 mil espectadores. El 3 de junio repitió en Acrópolis, en Grecia, donde la presión que mantuvo a lo largo de toda la carrera no fue solo para mantenerse en la punta, algo que pudo hacer sin gran esfuerzo. Su manejo fue estupendo y conservó el liderazgo a lo largo de toda la exigente prueba. Y el 14 de agosto festejó en Brasil, donde tuvo una anécdota particular ya que, en el enlace, el tramo que no es cronometrado y donde los autos van de un punto a otro para poder largar las etapas, cuando atravesó el centro de Petrópolis, su Audi Quattro fue chocado por un VW Escarabajo: “Fue increíble. Me apuntó y vino hacia mi directamente. Ese hombre era un suicida, un kamikaze”, contó Mouton, cuyo auto quedó con el guardabarros delantero izquierdo dañado y fue ayudado por el que keniata Shekhar Mehta y su pareja Yvonne, la dupla de Nissan.
Michele se afirmó como candidata al título y perdió el campeonato en Costa de Marfil, donde venía peleando la carrera con Röhrl, al ser informada durante el transcurso de la prueba del fallecimiento de su padre. Según ella, Pierre, fue el secreto de su éxito: “Le encantaba manejar. Le encantaban los coches rápidos. Y creo que le hubiera encantado hacer lo que yo hice. Fue prisionero de guerra durante cinco años y cuando volvió nunca tuvo la oportunidad de competir. Pero junto con mi madre vinieron a todas mis carreras”, contó la francesa, a la que apodaron “El Volcán” por su temperamento. “No me importaba el campeonato, no había comparación. Lo intenté, lo intentamos todo y no funcionó, eso es todo. Así es la vida. No se puede ganar todo el tiempo. Perdí mucho en comparación con la competencia”, afirmó. El alemán Walter Röhrl (Opel Ascona), fue campeón con 109 puntos contra 97 de Mouton.
“No aspiro a convertirme en abanderada del movimiento feminista ni nada parecido. Lo único que quiero es que se me considere como un piloto de rally, que es lo que soy al fin y al cabo”, esgrimió Michele luego se su subcampeonato. En ese momento vivía con su pareja, el periodista deportivo Claude Guarnieri, en Roquefort Les Pins, cerca la Costa Azul. Su casa era tipo provenzal, amueblada con antigüedades. “La mayor parte del tiempo la paso haciendo hojas de ruta, planes, o corriendo. Pero esta vida acabará cuando tenga un hijo; entonces dejaré todo para dedicarme a la familia que es lo más importante de todo”.
Michele Mouton en acción en la Argentina en 1983
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Michele Mouton en acción en el Rally de la República Argentina de 1983 disputado en Bariloche
En 1983 corrió en la Argentina y fue tercera en Bariloche, a pesar de las complicaciones que tuvo. “Tuve problemas de todo tipo, particularmente en la nieve y el barro. En la mayoría de los lugares mi auto pasó porque tiene tracción en las cuatro ruedas, de lo contrario hubiese sido imposible continuar. En los rallies por el Campeonato Mundial las dificultades no alcanzan el grado extremo por el que debimos pasar. Tuvimos que usar gomas clavos”, relató. “Correr en estas condiciones no significa nada. Es un esfuerzo que no refleja las condiciones naturales, tanto de los autos como de los pilotos, la suerte pasa a ser el factor fundamental y a mí no me gusta competir así”, aclaró.
Ese fue el segundo año del reglamento del Grupo B en el Rally Mundial. Se trató de una época única e irrepetible, en la que a las marcas se les permitió construir prototipos para correr (autos “pura sangre”), pero con la condición de fabricar solo 200 unidades para el mercado. Salvo Audi, el resto usó motores traseros (de 300 a 450 caballos) como si fuesen autos de Fórmula. Fue una era muy peligrosa que tuvo su punto final con el accidente fatal del binomio Henri Toivonen-Sergio Cresta (Lancia) en Córcega, Francia, en 1986. Esa tragedia encendió la alerta en Michele, que decidió dejar de correr. “Después de eso, sabía que -si continuaba compitiendo- iba a echar de menos mi vida en familia. Tenía 35 años. Para mí estaba claro, le dije a Frederik (Johnsson), mi pareja en aquel momento: `tengo que dejarlo’”, le afirmó a Motorsport.
Fabrizia Pons y Michele Mouton en la largada del Rally de la República Argentina de 1983 (Archivo CORSA)
El año anterior había conseguido otro hito al ganar la famosa carrera en la trepada de Pikes Peak, en los Estados Unidos, consiguiendo la victoria y convirtiéndose en la primera mujer en ganarla, y romper además el tiempo récord del recorrido. Fue con un Audi Quattro.
Sus logros continuaron y en 1986 se coronó en el Campeonato Alemán de Rally con un Peugeot 205 T16. A esa altura sus condiciones fueron indiscutibles e inspiró a miles de mujeres en el mundo. Fue el momento en el que decidió volcarse de lleno a la familia y en 1987 nació su hija, Jessica. “Dejé de correr y nunca me arrepentí de ello, porque tuve a Jessie, mi hija, al año siguiente. Fue el mejor momento”, reconoció.
Michele Mouton en su casa en 1983 (Photo by Bryn Colton/Getty Images)
Con altura y a fondo.
Desde que irrumpió en el Mundial la miraron de costado y supo dejar de ser la nota de color, “la mujer que se animaba al automovilismo”, a ser protagonista y ganadora. El finlandés Ari Vatanen, campeón de 1981, disparó: “El día que una mujer me derrote, dejaré de competir”. Mouton venció en San Remo y Vatanen no se retiró. Röhrl fue otro que le tiró munición gruesa a Michele, afirmando en ese momento que “podías poner un mono en el Audi y ganaría”.
Incluso en los parques de asistencias (boxes del rally) llegó a circular el rumor de que fue elegida en sus equipos solo por con quién se acostaba, que sus autos o motores fueron alterados para obtener una ventaja y esas acusaciones fueron refutadas con sus resultados generales ya que durante más de una década fue protagonista en los diversos campeonatos que disputó.
Pero ella siempre respondió con altura, ya sea en los micrófonos y, lo más importante, sobre el coche de carrera. “No me importaba, sabía lo que estaba haciendo y con quién me acostaba”, le dijo a The Guardian. “Nunca necesité, ni quise ni pensé que tenía que justificarme en nada. Hice todo eso por mí mismo. No ser la única mujer en su mundo”. Motorsport Magazine, uno de los medios especializados más prestigiosos, afirmó: “A Mouton, sus rivales nunca le dan cuartel porque es una piloto de rally entre los pilotos de rally”.
Tomando el merecido champán en el Rally de Otago el 11 de mayo de 2008, con autos históricos en Nueva Zelanda (Photo by Hannah Peters/Getty Images)
Y esas criticas de algunos de sus competidores se transformaron en elogios. “Una pionera que nunca será olvidada”, reconoció varios años después Röhrl. “Había despertado el mundo del rally”, destacó Vatanen. Referentes históricos de la Fórmula 1 también le tiraron flores. Sir Stirling Moss consideró a Mouton como “una de las mejores”, y Niki Lauda la describió como una “súper mujer”.
Le tocó competir en la primera mitad de los años ochenta con la era más peligrosa del Mundial de Rally y contra pesos pesados como Walter Röhrl, Markku Alén, Hannu Mikkola, Stig Blomqvist, Ari Vatanen, Henry Toivonen, Guy Fréquelin, Timo Salonen, Bjorn Waldergard y Juha Kankkunen, entre otros.
En 1988 Mouton junto a Frederik Johnson organizaron la Carrera de Campeones para honrar la memoria de Toivonen. Se trata de un evento especial que suele hacerse en el receso invernal europeo en diversos recintos como estadios de fútbol u otros lugares, donde los campeones de Fórmula 1, Rally Mundial, IndyCar, MotoGP y otras categorías participan. A pesar de los egos, Michele supo reunir a los hombres más importantes del automovilismo en un mismo momento y lugar.
El año pasado en sus últimos meses en la FIA (Prensa FIA)
Sus números reflejan 50 carreras por el Mundial de Rally, con cuatro triunfos, un subcampeonato, nueve podios y 162 etapas ganadas. Fue piloto oficial de Fiat, Audi y Peugeot. Por sus méritos y el contexto de sus logros es considerada la mejor piloto de todos los tiempos.
Entre 2009 y fines de 2021 fue presidenta de la Comisión de Mujeres del Deporte de Motor de la Federación Internacional del Automóvil (FIA). Luchó para que las mujeres tuvieran más lugar, aunque un tema que no le cayó bien fue la categoría W Series (corre sus diez fechas con la F1) donde corren solo mujeres. “Las W Series son limitadas y discriminatorias”, sentenció en diálogo con el diario francés Le Figaro.
En perspectiva y a la distancia, reflexionó que “no estaba pensando en la gloria o en ser famosa”. Y dejó en claro cuál fue su propósito en el automovilismo: “Hice algo bueno, hice algo bien. Lo importante para mí era hacerlo y hacerlo bien. Para mí no fue algo que tuviese que mostrarle a los demás. Lo hice por mí. Nunca peleé contra los hombres. Lo importante fue demostrarme que yo también podía hacerlo”.
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