Vergüenza en una final del ascenso: el equipo local le embarró el área al rival en el entretiempo

Vergüenza en una final del ascenso: el equipo local le embarró el área al rival en el entretiempo

Talleres y San Miguel empataron 0 a 0 en Remedios de Escalada en el partido de ida de la final del campeonato de la B, que el último domingo de este mes en Los Polvorines colocará a uno de los dos en la temporada 2024 de la Primera Nacional.

Y como el partido no ofreció mucho en lo fútbolístico, quizás la imagen más resonante fue lo que ocurrió en el entretiempo, que generó una acalorada discusión entre técnicos, jugadores y auxiliares antes de retomar el juego.

Es durante ese lapso de descanso, en el estadio Pablo Comelli del sur del conurbano bonaerense se encendieron los rociadores de riego en la cancha, pero de un solo lado.

Más precisamente, en un solo sector: en el área que debía defender en el complemento el arquero visitante.

A raíz de ello, esa parte quedó totalmente embarrada, mientras que en el área del portero de Talleres estaba seco ya que no se arrojó agua.

ESCÁNDALO EN LA FINAL DE LA #PrimeraBEnTyCSports: ¡SAN MIGUEL EXPLOTÓ PORQUE REGARON EL ÁREA CHICA EN EL ENTRETIEMPO!

Los cancheros de Talleres de Remedios de Escalada le regaron el arco de Joaquín Pucheta y quedó un pantano. "Hay que estar a la altura", expresó el Sapito… pic.twitter.com/B3QmqzLk7G

— TyC Sports (@TyCSports) October 16, 2023

La "picardía" no pasó desapercibida y generó tensión antes de empezar el segundo, con el punto máximo en la discusión entre el entrenador de Talleres, Martín Rolón, y su par de San Miguel, Gustavo Coleoni.

Este último no solo cuestionó el accionar por embarrar el área del visitante sino porque "hiciste tiempo todo el primer tiempo" y remarcó: "Hay que estar a la altura".

Resta ver si las autoridades del fútbol argentino toman una sanción por el hecho claramente antideportivo.

El empate 

El desarrollo del encuentro no escapó a la lógica de cualquier final que se precie de tal, y máxime si se trata de una proveniente del ascenso profundo del fútbol argentino como esta.

Por eso, a lo largo del primer tiempo las palabras "trabado" y "parejo" fueran las que más claramente identificaran lo que sucedía en el irregular campo de juego "albirrojo", donde no hubo nadie que sacara en el juego aunque sea alguna ventaja mínima.

Dentro de ese panorama de equilibrio y por el lógico impulso de jugar en casa, Talleres, fue el que mostró mayores intenciones ofensivas, complicando al arquero visitante Joaquín Pucheta especialmente con jugadas de pelota parada a través de faltas generadas especialmente por acciones combinadas por el sector izquierdo del ataque.

El triángulo que formaban el experimentado Fernando Enrique (hijo del "Negro" Héctor, campeón mundial en México 1986), Agustín Campana y Lautaro Villegas fue cargando de faltas a la recia defensa de los albiverdes, donde se destacó el colombiano ex Independiente Santa Fe, Dixon Rentería, junto al buen retroceso de Nahuel Sica, aunque ambos concluyeron amonestados,.

Y en ataque además los visitantes producían poco y nada, pese a los esfuerzos constantes de Federico Sena por armar juego, aunque sus intentos terminaban siendo finalmente infructuosos, porque no encontraban contacto en los atacantes Christian Chávez y Ezequiel Melillo.

Las características del desarrollo no se modificaron intrínsecamente en el complemento, al punto que la multitud (unos 10,000 hinchas) de Talleres recién sobre las postrimerías de la segunda etapa maximizaron su aliento cuando su equipo arrimó un esfuerzo final por desnivelar.

Claro que a diferencia de la primera etapa la postura de San Miguel fue un poco más consistente en cuanto al juego, con Sica siempre mostrando un criterio atinado para manejar el balón, y cuando él no la tenía era Sena el que tomaba la posta.

Las bengalas y pirotecnia festiva que lanzaron los de Talleres en el epílogo se parecieron en mucho a una despedida y un premio a sus jugadores por la gran temporada realizada y la disputa hasta el final con un presupuesto inferior al de San Miguel.

Y justamente en Los Polvorines, si es que se completan algunas obras necesarias en su estadio, el próximo domingo 29 se verán nuevamente las caras en los últimos 90 minutos antes de que uno de los dos deje para el año que viene la Primera B rumbo al Nacional.

Si bien con el empate en blanco la definición quedó abierta, la sensación de un mayor poderío individual parece estar del lado de San Miguel, como por ejemplo la jerarquía demostrada hoy por el mencionado Rentería.

Por eso, con su gente, San Miguel intentará dar un salto de categoría de la mano de su no menos experimentado entrenador Gustavo "Sapito" Coleoni, un especialista en ascensos que también querrá dejar su marca en San Miguel, claro que siempre Talleres mediante, porque su entrenador, el también periodista deportivo Martín Rolón, querrá escribir su mejor historia en el club del partido de Lanús.

Imágenes: TyC Sports