La guerra de Ucrania llega a la carrera espacial

La guerra de Ucrania llega a la carrera espacial

La guerra entre Rusia y Ucrania comienza a llegar a la carrera espacial, y la Estación Espacial Internacional (EII) es quizás la expresión más relevante. En este campo -probablemente la pugna de mayor trascendencia para la humanidad en el largo plazo-, las consecuencias de la guerra en Ucrania han comenzado a llegar, aunque de forma poco visible. En particular, el conflicto afecta a las próximas misiones espaciales de los países que integran la OTAN y la Unión Europea. Desde hace más de tres décadas, la cooperación ha sido base del desarrollo de la actividad espacial, pese a que las grandes potencias tienen proyectos de expansión nacional en dicho ámbito y de desarrollo económico de los recursos naturales en el espacio. Pero según Diego Córdova, la cooperación ha predominado en cuanto al uso de la EII, en el uso de redes satelitales de comunicación y en la exploración interplanetaria.

Todo esto empezó a complicarse desde que el 24 de febrero las tropas rusas entraron en Ucrania. Las sanciones económicas, embargos, cese de importaciones e intercambios tecnológicos contra Rusia por parte de Washington y Bruselas, provocaron el rechazo ruso. La reacción de la agencia espacial rusa Roscosmos y su director, Dimitri Rogozin, no se hizo esperar. Iniciadas las operaciones militares, destacó que las trabas impuestas al intercambio tecnológico que se venía teniendo en función de la EII -donde son socios Washington y Moscú junto con la Unión Europea, Japón y Canadá- provocarían un deterioro en la fabricación de naves cargueros “Progress”, que son las que mantienen la altura y la órbita del gran complejo espacial.

Esta advertencia, interpretada por algunos como una amenaza, generó incertidumbre respecto a la cooperación espacial internacional. En los primeros días de marzo fue aplazado el lanzamiento de satélites de la empresa OneWeb, con sede en el Reino Unido. Iban a ser lanzados por un cohete ruso Soyuz desde Baikonur. Todos los empleados de OneWeb abandonaron las instalaciones rusas y al mismo tiempo los operarios rusos que estaban en la base espacial europea Kourou en Guyana Francesa -desde donde también se lanzan cohetes rusos- regresaron a Moscú.

El 12 de marzo Rusia envió una carta a las agencias espaciales de Estados Unidos, Canadá y Europa, solicitando el levantamiento de las sanciones impuestas al Kremlin porque podrían derivar en un cese de la EII, debido a que el lanzador de despegue está sometido a sanciones y la nave que abastece a la casa orbital no podría partir. Este impedimento afectará al seguimiento ruso de la Estación, que entre otras tareas, se encarga de corregir su órbita (lo hace en promedio unas 11 veces al año) y también de “esquivar” la chatarra espacial. El riesgo, según el gobierno ruso, es que se produzca un “amaraje forzoso” de la gigantesca estructura o que acabe estrellándose contra el suelo terrestre. La actual tripulación de la Estación está integrada por cuatro astronautas de la NASA, dos de Rusia y un europeo.

Pero el 17 de marzo, la Agencia Espacial Europea (ESA) confirmó la suspensión de la misión espacial ExoMars, al interrumpirse la cooperación con la agencia espacial rusa Roscosmos a raíz de la guerra con Ucrania. El objetivo de esta misión es aterrizar en Marte un vehículo autónomo de exploración “Rover”. A su vez, Roscosmos aseguró que Rusia sigue adelante con sus planes y enviará su propia expedición a Marte. La decisión de la ESA, según admitió su director general, Josef Aschbacher, se adopta ante la “inviabilidad práctica y política” de seguir cooperando con Rusia por las sanciones que le han impuesto los países de Occidente y sus aliados. El director de Roscosmos, Dimitri Rogozin, dijo que su país continuará con el objetivo de explorar Marte y sostuvo que la postergación “es un hecho muy amargo para todos los entusiastas del espacio”. Explicó la nueva estrategia rusa: “Hemos perdido varios años, pero haremos una réplica de nuestro módulo de descenso, lo equiparemos con un cohete portador Angar y desde el nuevo cosmódromo Voschoni realizaremos por nuestra cuenta esta expedición científica”.

Como solamente hay condiciones propicias para el lanzamiento cada 26 meses, si se llegara a retomar la colaboración a tiempo, 2024 sería la fecha más próxima, pero la Agencia Europea ve poco probable esa hipótesis y admitió que 2026 sería la posibilidad más factible. El vocero de Roscosmos consideró que era “una pena que los colegas de la ESA pongan su postura antirrusa por encima de los objetivos comunes de la Humanidad de estudiar el universo”.

Moscú considera que la carrera espacial puede sufrir importantes perjuicios si se rompe la cooperación internacional en la EII, que en 2022 cumple 22 años de presencia humana. La posibilidad de que Rusia pueda retirarse del proyecto genera una serie de interrogantes. La NASA ha reconocido que intentar separar el segmento estadounidense del ruso “supone importantes desafíos logísticos y de seguridad, dada la multitud de conexiones externas e internas, la necesidad de controlar la inclinación y la altitud de la nave espacial y la interdependencia del software”. Incluso en Rusia se publicaron dudas respecto al aterrizaje del astronauta estadounidense Mark Vande Hei, quien arribó en la nave rusa Zoyuz MS-19. Las dudas quedaron disipadas cuando el 30 de marzo, junto con los astronautas rusos Anton Shkaplerov y Pyotr Dubrov, aterrizó.

Pero si la guerra continúa y las sanciones contra Rusia continúan ampliándose e intensificando, la carrera espacial entre las potencias será difícil que quede al margen del conflicto, como lo muestran diversos indicios y actitudes que ya se han dado al respecto.